martes, 15 de febrero de 2011

Nos vamos a Facebook

Estimados Amigos,

Nos mudamos a Facebook con el mismo nombre "Música Contemporánea en España", el Blog ya no tiene actividad y esperamos tener el feedback y opiniones necesarias por FB para poder hacer algo todos juntos.

Un saludo,
Bertrand Chavarría-Aldrete

domingo, 30 de enero de 2011

Nueva carta: ¿Y el Festival de Alicante? - Jacobo Durán-Loriga

Seré muy escueto:

Algunos lamentamos que deje de existir en España un organismo público únicamente dedicado a la música contemporánea.

Quien a estas alturas crea que una protesta de casino va a ser escuchada vive fuera de la realidad. Ponerle medios, un foro, un vídeo o salir a la calle no haría sino acrecentar el ridículo. Ha quedado demostrada la poca, por no decir nula, eficacia de las asociaciones de compositores como entidades gremiales. Que el CDMC haya dejado de existir no significa que el CNDM no vaya a cumplir satisfactóriamente sus múltiples funciones.

Centrémonos en lo que se puede perder más que en lo ya perdido: ¿Qué pasa con el Festival de Alicante? ¿Alguien sabe algo?

Personálmente llevo muchos años convencido de que mantener la ubicación en Alicante de un festival de MC está comprobado que es un error. Quizás la crisis pudiera servir para buscar un lugar más adecuado, con autoridades, instituciones y público más interesados en acogerlo. En todo caso no debe desaparecer un festival internacional de esas características.

El Ministerio de Cultura no puede ignorarlo, y menos en un momento en el que la musical española de creación (compositores y grupos) es muy valorada internacionálmente.
Insisto, ¿alguien sabe algo?

Jacobo Durán-Loriga
http://jacoboduranloriga.blogspot.com/

martes, 25 de enero de 2011

RESPUESTA A SERGIO BLARDONY (P. Arcent)

(BREVE RESPUESTA A SERGIO BLARDONY, PROPUESTA DE VÍDEO, PLATAFORMA FACEBOOK Y OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE EL FORMATO DE ESTE FORO)


Antes de nada, muchas gracias a Sergio Blardony por su esfuerzo, sus aportes críticos tan positivos junto a todas esas propuestas y ánimos a seguir adelante. Disculpas, Sergio, por no haber respondido antes, pero he viajado fuera de España la pasada semana y no había tenido tiempo de entrar al foro (por lo demás, como bien dices, desmotiva un tanto entrar varias veces consecutivas cuando uno 'sí' dispone del tiempo y encontrar las cosas tan desérticas e inalteradas; a todos nos sucede y supongo que es totalmente normal desinflarse ante la falta de feedback inmediato en un caso así, sobre todo después de haber hecho un primer esfuerzo por escribir más o menos detalladamente sobre las cosas).


Insisto, y espero que no suene ni frívolo ni reiterativo: en términos de flujo y comunicación, no tendríamos por qué preocuparnos de "consultar" este foro sino más bien debería ser el propio foro el que "viniese" a cada uno de nosotros sin mayor esfuerzo en este sentido. Insisto, pues, en que tenemos un importante problema de base al estar utilizando un tipo de plataforma 'blog' más bien torpe, que en ningún momento ha sido diseñada para extensiones de texto ni conversaciones del calado, dinamismo y amplitud de voces que quizás podríamos (o deberíamos) llegar a mantener aquí. (A bote pronto, esto sería mil veces más efectivo trasladado directamente a cualquiera de las plataformas públicas que ofrece e integra actualmente Facebook: grupos, foros, webs etc..., aunque adivino que tal vez no todos seríais igualmente partidarios de algo así; supongo que habría que sopesar ventajas e inconvenientes y ceder en lo necesario, aunque sólo sea por un interés común). Otra opción sería pagar entre todos (o buscar sponsor para) un diseño web específico más acorde a nuestros fines. No asumir unos ciertos requisitos técnicos y tecnológicos para que el intercambio dinámico y productivo tenga ciertas opciones de "prender" y "prosperar" en un contexto web 2.0 (aunque ello nos costase una mínima donación económica individual), no asumir algo así, me parece un error. En este sentido, ya hemos hablado con Bertrand y se ha mostrado muy receptivo e interesado en las mejoras que también creo que Jacobo sugería.


Ante todo, y más allá de mi posición inicial (premeditadamente escorada hacia la teoría), estoy totalmente de acuerdo en que un cierto GESTO inmediato de repulsa y reacción es 'trámite' más o menos obligado, más que nada, a nivel de imagen. En este sentido y ya que se trata de 'imagen'... ¿por qué no rodar un VÍDEO elocuente y de cierta calidad con testimonios/documentos/impresiones de todos nosotros en lugar de 'gastar' líneas de texto escrito que, como "gesto" plástico -y por perfecto y conciso que fuese-, siempre tendrá muchas menos probabilidades de resultar tan rotundo y elocuente como un buen vídeo documental (para estos efectos, el mundo ha dejado de ser 'de letras' hace bastante, ya sé que más o menos lo vamos asumiendo todos!). Con determinación e interés, las cosas podrían agilizarse al máximo en cuanto al rodaje y seguro que habría por ahí -tal vez más cerca de lo que creemos- productores/directores dispuestos a colaborar...


Dicho lo anterior, y en cuanto a aquel primer aporte de hace un par de semanas, por alusiones, he de aclarar que premeditadamente, casi como estrategia de choque y desde un cierto terror a los "pragmatismos desesperados" (pan para hoy... etc...+ ¿y qué clase de pan?), mi carta se situó en un extremo teórico diríase que 'improbable' en un estado de cosas así (tampoco lo calificaría de 'deconstructivo', Sergio!, o no era esa la intención). En lugar de gesticulación urgente, me propuse justo lo contrario: la detención, un mínimo lapso de parada, una especie de "punto cero" llamado a ser modulado inmeditamente hacia la praxis a partir del momento en que las primeras reacciones -en cualquier sentido- se produjesen... Por lo que sea, esto aún no ha llegado a suceder y nada más lejos de mi intención que establecer culpabilidades de ningún tipo antes de echar a andar...


Es más que presumible que tanto quien habla ahora mismo como cualquiera de nuestros colegas tendría varias propuestas totalmente concretas (por mi parte, si me he arriesgado a ser abstracto -¡con lo poco de moda que está!- es porque podría ser también infinitamente concreto). Podría, por supuesto, mostrar toda una lista de concreciones convenientemente argumentada y probablemente lo haré en un tercer aporte, siempre con la condición de ver este espacio suficientemente vivo y ancho en voces (lo cual no tiene por qué ir en detrimento de una cierta convergencia de ideas que facilite poco a poco la comunicación, el consenso y, sobre todo, la productividad de esta iniciativa. Estamos, por supuesto, en el mismo barco y nuestros problemas materiales y de infraestructura son probablemente similares). Por ello, pediría a todas estas voces que simplemente se dejen ver, que se hagan presentes del modo -conciso o extenso- que consideren más oportuno en cada caso. Ello nos animará bastante a todos, dando más que por supuesto que el tiempo no nos sobra aquí a nadie y que todo esto requiere su esfuerzo y su inversión de minutos (siempre en base a unas probabilidades de 'efectividad' que nos resulten más o menos razonables a cualquiera, no sé si me explico)...


Esperando, pues, ver que un cierto espíritu y un cierto ánimo "prendan", se desplieguen y ensanchen lo suficiente, poco más puedo hacer por el momento quecomprometerme a seguir consultando regularmente las entradas y novedades hasta que, como decía al principio, sea el propio foro el que "venga" hasta cada uno de nosotros. En este sentido, el primer requisito técnico para responder y reaccionar dinámicamente sería el aviso inmediato por email cada vez que cualquier novedad se produzca dentro de una determinada cadena de mensajes (precisamente el único punto posible de partida para iniciar un diálogo específico ágil no necesariamente basado en un intercambio de largos textos individuales). Sabemos que la web 2.0 tiene perfectamente resueltos y automatizados en su código este tipo de problemas. Cualquiera que frecuente mínimamente las redes sociales, sabe que su eficacia incuestionable se basa en este tipo de principios de reactividad inmediata. En fin, no quiero seguir sonando reiterativo pero me parece importante como punto de partida. A partir de aquí, todo podría quedar ya más plenamente en nuestras manos, todo tipo de dinamismos e intercambios serían posibles: desde los más banales y estériles (la mera pérdida de tiempo) hasta los más comprometidos, afortunados y productivos, supongo.


con todo afecto, Pablo

martes, 18 de enero de 2011

Carta Sergio Blardony

¿NOS HEMOS DESINFLADO YA?


Creo que nos estamos yendo del asunto. Propongo una recapitulación y cierta ordenación de ideas, porque probablemente otra opción sólo va a provocar la desbandada de los pocos que (sospecho) estamos siguiendo el asunto. Tengo la impresión de que se están mezclando demasiadas cuestiones y esto podría llevarnos al bloqueo, con un final que no puede ser otro que el prolongado silencio. No parece de recibo que las iniciativas se diluyan casi antes empezar su esbozo.


Por llevar un orden, comenzaré por la cuestión de la desaparición del CDMC y las posibles acciones a llevar a cabo, que es la que ha dado lugar a este debate y que pienso es el asunto más “sencillo” de resolver.


El dichoso escrito


En este sentido, da la impresión de que no hay mucho que discutir ya. Lo que se ha escrito debería conducir a unas conclusiones suficientes para articular algo. Parece que hay acuerdo general en que la pataleta seguramente será poco productiva, pero también que resulta imprescindible si no queremos caer en el más silencioso ridículo. Entonces, ¿a qué esperamos? ¿Hay iniciativas en marcha? Joseba Torre enumeró una serie de puntos muy concretos para llevar a cabo una reacción en forma de escrito. Desconozco cómo está el asunto, pero mi impresión es que –salvo lo que se esté haciendo en ámbitos de contacto reducidos- hay poco movimiento. ¿Y las asociaciones? ¿Alguien ha respondido a la llamada? ¿Hay alguien ahí?


Por mi parte, aquí va un esquema-propuesta, sobre el que, desde mi punto de vista, podría empezar a articularse el dichoso escrito:


  1. Poner en valor nuestro trabajo creativo, recordando que la llamada “música contemporánea” no es marciana, que proviene de algún sitio y además está estrechamente vinculada con otras disciplinas a las que las instituciones no desprecian de la misma forma. ¿Por qué, por ejemplo, el apoyo a las llamadas “artes visuales” sí y a la creación musical no? La respuesta es obvia, claro. La “contemporánea” no está dentro del concepto de “industrias culturales”, ni va a contribuir –como ya se ha comentado- a ninguna convulsión mediática en el terreno económico, social o laboral, pero deberíamos partir de una perspectiva en la que diésemos por hecho que las administraciones públicas dedicadas a la cultura siguen estando obligadas a la difusión del arte sin la prerrogativa de su integración en el mercado o de si afecta decisivamente al índice de desempleo.
  2. Decir de qué materia nos componemos, lo mismo ni lo saben. Y aquí es donde deberíamos estar todos, no sólo en la firma. Ya sabemos que no hay un “sector” como tal, pero no estaría de más recordar quiénes formamos el “mundillo” (por favor, ¡convoquemos de una vez a los intérpretes!), qué se hace y en qué condiciones. Incluso que hay instituciones que sí apoyan la “contemporánea” (se me ocurre el caso Fundación BBVA, como el más vistoso del momento). Y que, mal que les pese a algunos, está demostrado que puede tener un público (reducido sí, pero que nunca debería ser despreciado).
  3. Comparar la situación española con las de otros países de nuestro entorno europeo. Yo preguntaría directamente qué credibilidad internacional se pretende que tenga un país que elimina unos recursos que nunca han llegado a los tobillos de los que nos rodean. ¿Por qué por ejemplo Francia ha considerado históricamente que su cultura musical, tratada como rasgo identitario, sí es motivo de orgullo patrio y España no? (como en el caso anterior, es pregunta retórica nada más; la respuesta es evidente…). Intentar sacar las vergüenzas, en un caso como este, creo que no estaría de más, aunque su efectividad fuera relativa, dadas las circunstancias.
  4. Formular la pregunta económica. ¿Es realmente necesario, en este contexto de crisis económica, “racionalizar” un gasto que no representa ni las migajas del presupuesto de cultura? Y responder, claro.


Y hasta aquí lo fácil. Sea a partir de un esquema como este o tomando presupuestos cercanos, creo que no debería resultar complicado hacer una exposición que vaya tocando punto por punto aquellos asuntos que –en definitiva- son conocidos por todos, y motivo habitual de queja en nuestro entorno.


Pero falta algo. ¿Qué demonios es lo que pedimos? ¿Cuál es la verdadera reivindicación? Y aquí, sintiéndolo mucho, no encuentro respuestas claras ni soy muy optimista sobre que existan realmente o que sepamos encontrarlas. Sea por omisión o de manera explícita, da la impresión de que la institución CDMC no era un bien tan apreciado. Como si estuviera allí porque tenía que estar y servir para lo que servía… y punto. Queríamos y queremos más, es lógico. Pero llama la atención que se demande tan poco el retorno (y digo “retorno” como tal) de lo único que se tenía. ¿Quizá el problema está en otra parte? Como digo, no tengo respuestas, pero creo que deberíamos mirárnoslo seriamente… Y, claro, parece de recibo articular alguna petición para el supuesto escrito de protesta.


Debatir…


Por otra parte, se han ido planteando bastantes otras cosas, que sinceramente pienso que en definitiva son la “miga” de cualquier debate serio para conformar ese “estado de la cuestión” que tanta falta nos hace. Pero también creo que muchas de ellas conllevan una cierta apelación a lo utópico, admirable y siempre buen síntoma en el arte, pero que seguramente tendrían que encontrar espacios adecuados y diversos para una reflexión en profundidad, lo que no es ni mucho menos sencillo (cuando digo “espacios” no me refiero a “dónde” se produzca, sino que expreso mi duda sobre la propia idea de “colectivo creador”, cómo se produce la transmisión de ideas y cómo pueden fructificar en diferentes direcciones).


Si como propone Pablo Arcent, enfocamos hacia la construcción teórica y el debate estético, no hay duda que el punto de partida tendría que ser el individual, como él mismo indica. No nos engañemos, la actividad creativa o el debate estético que puede formular el propio creador parten normalmente de presupuestos individuales, y sin perjuicio de que la puesta en común sea imprescindible para que se produzca en condiciones mínimamente productivas, hacer una llamada al “colectivo” –permitidme el pesimismo-, no sé si va a dar algún fruto. Cada cual debería tener un espectro crítico y autocrítico suficientemente labrado para saber cómo transitar y hacer camino (como sabemos los que hicimos la mili, “Valor: se le supone”). Si no es así, sólo cabe lo que Pablo ha hecho: el toque de atención de formato derridiano o la llamada en forma de declaración de intenciones, que no deja de ser también una formulación desde la perspectiva individual.


Más allá, pienso que sólo cabe la acción artística, es decir, la propia creación convertida en el mejor exponente de nuestras inquietudes. Se puede crear y mostrar, con y sin CDMC. Estos vapuleos no pueden llevar a la inacción creativa –y aquí estoy plenamente de acuerdo con Pablo-, sino que deberían servir de impulso para articular nuevas vías de colaboración que llevasen nuestra música/arte sonoro/interdisciplinar/lo-que-sea, a una presencia real. Eso sí, creo que estas colaboraciones sólo son eficaces si se dan en un contexto reducido, manejable, que permita un diálogo cercano. Y como dice Pablo, será la suma de esos espacios y el ir y venir de ideas, lo que pueda ir conformando el “estado de la cuestión”. Ahora bien, concretar cómo, dónde, quiénes… Vuelvo al pesimismo: no sé desde dónde se puede articular una llamada así, ni si realmente tiene sentido que se articule desde alguna parte concreta. Creo que si no aflora de una manera “natural”, como observación cotidiana de lo que nos rodea y de cómo entendemos nuestro quehacer creativo, habrá poco que hacer.


Alguna idea de orden práctico


En otro orden de cosas, sí se me ocurren dos reivindicaciones claras, que ya expuse en uno de los correos que circularon entre nosotros, y que aprovecho el espacio del blog para volver a gritarlas.


  1. En este nuevo marco en el que parece que se mueve nuestro convenientemente defenestrado “estado del bienestar”, creo que se debería apelar no sólo a la tutela pública, sin la que también sería imprescindible involucrar a las iniciativas privadas (del tamaño que sean, y más si tenemos en cuenta que los propios creadores podemos formar parte activa de ellas). Y esto sólo es posible si existiese un mecenazgo que primase la actividad cultural minoritaria. Es decir, cuando más se aportase en un “sector de riesgo”, mayor debería ser el beneficio. Así de sencillito. Y el sector música contemporánea sería sin duda clasificado en el grupo que puede aportar más ventajas fiscales. No es para nada la mía una postura liberal (¡dios me libre!), considero que lo público debe jugar un papel equilibrador, pero seguramente se acabó lo que se daba, y no debemos engañarnos al respecto (ni, desde luego, dejar de reivindicar un papel para lo público). Desde hace ya tiempo el ataque al “estado del bienestar” parece imparable. Y una opción importante es que las iniciativas privadas, del tipo y envergadura que sean, puedan beneficiarse de manera clara cuando contribuyan a potenciar una cultura –como decían los colegas franceses en una reciente Carta abierta- “no conforme con los estándares comerciales”. Soy escéptico en un cambio legal al respecto (pedido tantas veces y desde distintos frentes), pero seguramente debería hacerse cada vez más fuerza en este sentido, y unir esta fuerza con otros campos en los que el problema también se está dando. Al fin y al cabo, el mecenazgo es un concepto que habita de manera natural en el sistema económico que vivimos y que nos van a imponer, y no deberíamos desaprovechar la posibilidad del vínculo.
  2. No estaría mal –es más, pienso que sería esencial- lograr que las administraciones públicas tuvieran una política de cesión gratuita de espacios que permitiese a los organizadores programar obra contemporánea a bajo coste. Es infame y miserable que las redes de auditorios y teatros públicos mantengan infrautilizados sus espacios, como ocurre demasiado a menudo. O que exista una normativa de alquileres públicos que no tiene en cuenta la gratuidad para casos que deberían ser apoyados especialmente, como la creación contemporánea. Y esto sería posible, al menos, en los tiempos en que esos espacios están vacíos, cargándose de polvo. Y sin que la “racionalización del gasto público” pueda ser en este caso excusa válida.


Por lo demás, sólo me quedaría insistir en algo que ya ha salido y que también comenté en el email que quizá algunos leísteis: ¡hagamos de una vez una llamada diáfana a los intérpretes! Es sintomático que este blog se deba a uno de ellos (y me consta que, por ejemplo, Taller Sonoro también ha mostrado su disposición). Seamos de una vez conscientes de que estamos todos en el mismo barco. Y si además se pudiera involucrar a otras partes (por ejemplo, artistas de otras disciplinas que colaboren habitualmente en proyectos de creación musical), pues mejor que mejor.


Saludos a todos, ánimo y a ver si avanzamos un poco.

Sergio Blardony

viernes, 7 de enero de 2011

Comentario María Vázquez

Todo lo que he leído hasta ahora me parece de lo más lógico y razonable. No penséis que quiero ser el troll del blog, pero alguien tendrá que ser el abogado del diablo para que haya un debate.

Personalmente nunca he recibido nada de las instituciones que (a juzgar por vuestros comentarios) eran tan importantes. Por lo que yo sé estaban muy desfasadas y los cursos... bueno, eso.

Entiendo vuestra preocupación por que se priorice la ayuda a la industria musical, pero en medio de una crisis las prioridades son salvar puestos de trabajo y producir riqueza. Tenemos a un 20% de la población por debajo del umbral de la pobreza, y eso hace que cueste mucho trabajo percibir los debates estéticos como algo trascendental.

Seamos un poco honestos: la música contemporánea culta (o experimental, o de vanguardia, o de post-vanguardia, o el arte sonoro, etc) no da puestos de trabajo, y menos aún producen riqueza (Bueno, a algún gestor sí, pero eso no cuenta).

Nos hemos esforzado por demostrar que estamos por encima del bien, del mal, del dinero, de la solidaridad, de los derechos laborales y que lo de ser compositor en realidad no es una profesión sino una especie de secta de iluminados que se sostiene con aire.

La sociedad y la política no hacen más que actuar en consecuencia y han dejado de echar monedas a un pozo sin fondo que se pone ex-nob y pedante cada vez que te acercas, y nunca cumple deseos... ni siquiera expectativas.

Suerte.

jueves, 6 de enero de 2011

Carta Pablo Arcent

RESPUESTA A BERTRAND CHAVARRÍA Y OTRAS CONSIDERACIONES GENERALES


¡¿Cómo considerar "impertinente" una iniciativa así, Bertrand?! ¡Ni muchos menos! Excelente propuesta la que nos brindas a través de este blog. Muchísimas gracias.


En mi opinión, aunque en absoluto descartable como producto final, más que articular en primera instancia una protesta formal (que, ante la gravísima situación de precariedad económica global, simplemente se sumaría a los cientos de protestas particulares y multidireccionales en cualquier otro 'sector' agraviado y a cuya atención presumiblemente se le aplicarán implacables filtros y delays basados en escalas de "prioridad social" perfectamente aposentadas en cualquier inconsciente colectivo), más que esto, digo, me quedo muy especialmente con ese sentido de "sensibilización" social hacia el que apuntas. Creo que, entre todos, desde la herramienta concreta de un blog público, podríamos hacer un importante esfuerzo de reflexión y transmisión basado en aportes, en principio, individuales, si bien destinados a irse 'entrelazando' mutuamente hasta conformar un estado de la cuestión suficientemente rico, complejo y plural, lo que acaso equivale a decir: un modelo suficientemente amplio y realista del estado de cosas. Y ese 'feedback' al que te refieres actuaría, así, al menos en tres direcciones:


1. hacia cada uno de nosotros como casos particulares del problema y más 'decisivos' en su solución de lo que pueda parecernos (a veces y, a día de hoy, difícilmente encasillables ya en cualquier tipo de identidad gremial de corte tradicional); es decir, influyendo en nuestras propias conductas y posicionamientos artísticos personales, dotándolos (aunque sólo fuese por confrontación mutua) de la suficiente apertura de miras.


2. hacia una nueva "identidad" grupal (trans-individual) emergente, consecuencia directa del diálogo cooperativo y la discusión compartida- que sin duda nos entrelaza y robustece: nos vuelve verdaderamente simultáneos y mucho más relevantes en el plano social. Esta identidad, sea lo multiple, líquida o compleja que se quiera, y no necesariamente fundada en la idea tradicional de "compositor de música", puede dar lugar a fructíferas asociaciones y multitud de actividades de naturaleza cooperativa (también en el orden trans-disciplinar) con amplias consecuencias a nivel práctico.


3. radiando hacia cualquier tipo de público que pueda resultar así 'sensibilizado' por todo un estado de cosas narrado en plural y de primera mano; estado que, formulado y transmitido con el suficiente detenimiento, pienso que debería apuntar mucho más allá de aspectos puramente institucional-presupuestarios de orden práctico, inmediato, coyuntural: en este sentido, probemos a pensar a medio y largo plazo, seamos algo más ambiciosos y, ante todo, no dejemos nunca de pensar artísticamente (o, de lo contrario, seríamos directamente eclipsados/ sepultados por sectores mucho más robustos socialmente, aquellos más fácilmente catalogables como "prioritarios" a igualdad de condiciones o derechos de protesta).


Más allá de la mera protesta "sectorial" articulable desde una supuesta 'música-de- creación', siempre -y a mi juicio- en un anacrónico intento de mimetizarse más bien torpemente con sectores industriales y económicos al uso (en ese sentido aún "gremial-artesanal", insisto, propio de épocas artísticas más que superadas), más allá de todo ello deberían prevalecer cuestiones que en los tiempos presentes tienden a despreciarse o soslayarse, cuando no a temerse. Hablo de cuestiones e interrogantes de orden teórico ampliamente crítico. En este sentido -y es visión muy personal- existe un gigantesco vacío teórico así como un cierto "vértigo" a la hora de 'detenerse' colectivamente en aspectos fundamentales, subyacentes o sin consecuencias prácticas palpables a más o menos corto plazo. ¿En qué medida la genéricamente denominada "música contemporánea" forma a día de hoy parte viva de la sociedad? ¿Cuál es su impacto real y cuál su punto específico de inserción, su relevancia en los tiempos presentes (y no hablaríamos tanto en términos de "audiencia" potencial como en términos prácticamente ontológicos -habría que considerar, por supuesto, un sentido altamente expandido y puesto al día del término, imposible de desarrollar en estas breves líneas-)? ¿Qué vuelve a la música- de-creación algo auténticamente "irreemplazable" como actividad humana a día de hoy? o, por el contrario ¿resulta dicha música acaso "reemplazable" por otro tipo de expresiones artísticas híbridas considerablemente más amplias y aglutinantes, más o menos silenciosamente emergentes y que, de algún modo, subsumirían a lo musical tradicional? ¿hay alguna evidencia a favor o en contra de que esto último se esté produciendo y sea ya un hecho más o menos constatable?


Quiero ser a partir de ahora algo más concreto (en un primer comentario que acaso podrá ser tachado de poco práctico por excesivamente abstracto) y espero que nadie se sienta molesto, pues no es sino una afectuosa invitación a la autocrítica. Pienso que cualquier tipo de solución relevante pasa por nuestra propia transformación individual como artistas, creadores, músicos o lo que se considere cada cual (mera cuestión de nombres y etiquetas que no necesariamente coincidirá con la percepción última ofrecida a la sociedad). No sé quiénes estarían dispuestos a asumir algo así, especialmente una vez conquistado y establecido un cierto 'prestigio' personal fundado sobre criterios, circuitos y valores "disciplinares" que nadie puede asegurar que sean perennes o que no hayan caducado ya a día dehoy... (por más que puedan ofrecernos una cierta 'ilusión' de perdurabilidad)...


Desmantelamientos (CDMC, Liem) como el que experimentamos en estos meses a escala local (nacional) no deberían ser contemplados como situaciones a revertir sino más bien como oportunidades para transformar más o menos radicalmente el orden de las cosas, incluso nuestra propia concepción disciplinar de lo musical. La música es -acaso sigue siéndolo- un arte medieval, eminentemente sacro (con cierta propensión natural a la "creencia" y al "sermón" unidireccional), orgulloso- de-sí (probablemente sin falta de gloriosos motivos históricos para ello), hermético y, tantas veces, 'ciego' a su propio exterior artístico y social -cuando no directamente "despreciativo" con él-, lo que a la larga la vuelve torpe e insuficiente en un cosmos socio-artístico que fuese contemplado a gran escala (¡hay vida más allá de la música! y lo afirma alguien que perfectamente podría sentirse "músico- contemporáneo" en el sentido más específico y superespecializado del término).


La respuesta pasa por el incremento, la multiplicación exponencial de cualquier forma de sensibilidad, inteligencia y creatividad, también por un permanente autocuestionamiento de la propia naturaleza 'disciplinar' de lo musical. ¡Las soluciones se inventan, las catástrofes invitan a la invención, a la transgresión de límites, a la más alta creatividad! En cualquier época ha sido así y la nuestra no va a ser ni mucho menos excepción. Más que en la política, las soluciones acaso residan en actitudes artísticas específicas (a escala individual y trans-individual), en 'posicionamientos' y, por supuesto, en las propias obras e ideas que de todo ello vayan brotando. Sinceramente, creo que hay una inteligencia, un cierto tipo de "inteligencia" que comienza a faltar de modo muy preocupante en la mayor parte de la auto-llamada 'música-de-creación'.


Por supuesto, la acción política y un cierto grado de protección institucional se hacen aconsejables (no me atrevería a decir "imprescindibles"). Pero, en este sentido, pienso que la auténtica MÚSICA-de-creación (por amplio que pueda ser su espectro estético) estaría más próxima -en términos de inversión social y planes de acción política- a la "alta investigación", a los recursos sociales de orden puramente "cognitivo", que a un cierto sentido más o menos nebuloso y escurridizo de "expresión artística" en el que la llamada "música contemporánea" (con todo ese lastre ceremonial e instrumental excesivamente aparatoso, tributario de su propia tradición) no tendría ya la más mínima opción de supervivencia.


Pero, insisto, todo esto sólo podrá quedar ampliamente al descubierto si cada uno de nosotros accediese a posicionarse individualmente ante los demás sin temor ni reparos, con un cierto detenimiento, sin impaciencias y, ante todo, con optimismo en que las más variadas soluciones son y serán posibles (incluso simultáneamente!) y dependen en gran medida de cada uno de nosotros, de nuestra propia actitud.


Ante todo, creatividad, alta creatividad tanto en el plano individual como en el trans-personal. También una cierta alegría -prudente, si se quiere-. Nuestros recursos y herramientas son hoy formidables. Nada tendría por qué estar, ni mucho menos, perdido.


afectuosamente, Pablo Arcent

martes, 4 de enero de 2011

Carta Jacobo Durán-Loriga

Ante la desaparición del CDMC: ¿De qué os sorprendéis, amigos míos?


Me llegan por distintos conductos iniciativas para que la profesión, entiéndase los compositores y los grupos especializados, alce la voz ante la desaparición del CDMC. Desde luego me parece deplorable que el centro, creado por Javier Solana cuando fue ministro de cultura, haya sido borrado del mapa. Más cuando tenía asentada su temporada en el Museo Reina Sofía, con éxito de público, y no estaba “de prestado” en otros lugares como ha ocurrido en otros momentos de su historia. Por otra parte me parece prematuro prejuzgar la actividad del nuevo CNDM, que junto a la música contemporánea se ha de ocupar de otras músicas. Quizás, y esto es más un deseo que una esperanza, no se vea tan mermada la actividad a medio plazo.

En todo caso me alegra ver la reacción de mis colegas que también se turban por la pérdida de la dirección artística del Auditorio Nacional. Tampoco es buena noticia, pero ¿acaso no se veía venir? Son decisiones gubernamentales que aunque nos toquen de cerca no están aisladas. Recordemos lo ocurrido con la Biblioteca Nacional o lo que se suele programar en los Institutos Cervantes…

Desde que llegó la Señora González-Sinde al Ministerio de Cultura, éste ha dejado de ser de cultura para ser de hecho de “industrias culturales”, con especial interés en perseguir la piratería… No paran de hablar de la marca España, como si lo nuestro fuese El corte inglés, de interesarse por la mayor gloria del Flamenco, que no es que me parezca mal, si lo demás no quedase desatendido, y dejando claro que no todos los españoles nos identificamos con el flamenco, ni mucho menos. Por otra parte, se monta un premio nacional de “músicas actuales” para dárselo a Serrat, muy señor mío. Y me pregunto si la música que yo escribo no es actual, ¿qué es? ¡Marciana por lo visto! También se organiza un circuito para los cantautores, que ya tienen su circuito comercial. En la Expo de Shangai, la música de creación ha brillado por su ausencia, lo que había que mostrar era un autómata gigante, especie de cría de Pantagruel. Desde Presidencia de Gobierno se organiza el festival “Ellas Crean”, con gran presupuesto y que salvo en una ocasión, no ha dado cabida a las compositoras de música culta. Más: ¿habéis visto la composición del Consejo Estatal de las Artes Escénicas? No hay representantes del gremio de los compositores; ¡en el anterior había dos! Será porque que alguna vez que los compositores han dicho algo ha resultado incómodo. ¡Lo digo porque fui portavoz de los compositores en el segundo encuentro de Alicante, y de lo que propusimos no se ha hecho nada!

Lo cultural es poco respetado por nuestros gobernantes y lo público es malbaratado. Hablo por la herida ya que he vivido el desmantelamiento de una empresa pública como RTVE, y más de cerca de Radio Clásica. Desde entonces no hay ningún compositor en plantilla, cosa que no ocurría desde su creación. Mi programa La noche cromática, que sin estar dedicado a la música contemporánea, pretendía dar voz a la creación actual fue eliminado y mis protestas me han llevado a figurar en la lista negra de la empresa, con lo que se me niega la posibilidad de volver a trabajar allí. Sí, así se las gastan: ¡¡¡en una empresa pública hay listas negras!!! Con que, ojo con protestar. O total, qué mas da, si las subvenciones ya tienen las horas contadas.

Poco se me ocurre que se pueda hacer: ¿invitar a la reflexión cuando llegue la hora del voto? ¿reunir firmas?… Contad con la mía, pero ¿a quién se le manda? No al Ministerio, menos aún a Presidencia, el Rey está para otras cosas. Tampoco a los medios de comunicación, que han suprimido las críticas de música culta y no hacen hueco a la creación actual, y si alguien escribe algo suele ser un analfabeto musical. Como consecuencia de lo cual la opinión pública nos ignora, o tiene la idea de que somos unos parásitos sociales que protestan porque se nos ha retirado la teta nutricia a la que (algunos) estaban enganchados.

Por otra parte, ¿qué hemos hecho los compositores gremialmente? ¿Construir asociaciones locales, para auto-programarnos con las subvenciones que mendigamos? ¿Dejar que la “Sociedad de Autores” se convierta en algo gestionado por intérpretes (de música de consumo) y editores? Véase lo que promueve Arteria: ¿dónde quedó aquello de “lo primero el autor”? Si la desaparición del CDMC y de la dirección artística del ANM pueden propiciar cierta unión entre los compositores, bienvenida sea, pongámonos a ello. Pero quizás antes de pedir haya que reflexionar sobre lo que hemos estado haciendo. La autocrítica debería llevar a la construcción de una asociación nacional de compositores que pueda hablar en nombre de todos (¡y no pedir subvenciones para sí misma!). Los grupos deben hacer otro tanto, claro. Y vigilar que el CNDM siga destinando recursos a la música de creación. Pedir que siga existiendo un festival que sirva de plataforma internacional, como lo ha venido siendo el F. de Alicante. Pedir que nuestras orquestas dejen de tocar la música española actual de manera simbólica o vergonzante cuando lo hacen, especialmente en sus giras extranjeras, y que allí donde la cultura española tenga presencia, la música de creación forme parte de lo que se muestra. Esto es seguramente más importante que pedir que nos devuelvan el CDMC que nos han quitado, por más que nos encantaría que así fuera.

Empecé a componer cuando no había CDMC, los grupos eran pocos y deficientes, y la industria discográfica un erial. Cuando ha habido vacas gordas no me he aprovechado mucho de ellas, la verdad. Creo que ahora estamos en mejor situación, sin duda. Toca cuidar las iniciativas privadas que existen, esperar que los intérpretes generen su propio circuito y confiar en que vengan tiempos mejores. Y a seguir componiendo, amigos.

Jacobo Durán-Loriga