domingo, 30 de enero de 2011

Nueva carta: ¿Y el Festival de Alicante? - Jacobo Durán-Loriga

Seré muy escueto:

Algunos lamentamos que deje de existir en España un organismo público únicamente dedicado a la música contemporánea.

Quien a estas alturas crea que una protesta de casino va a ser escuchada vive fuera de la realidad. Ponerle medios, un foro, un vídeo o salir a la calle no haría sino acrecentar el ridículo. Ha quedado demostrada la poca, por no decir nula, eficacia de las asociaciones de compositores como entidades gremiales. Que el CDMC haya dejado de existir no significa que el CNDM no vaya a cumplir satisfactóriamente sus múltiples funciones.

Centrémonos en lo que se puede perder más que en lo ya perdido: ¿Qué pasa con el Festival de Alicante? ¿Alguien sabe algo?

Personálmente llevo muchos años convencido de que mantener la ubicación en Alicante de un festival de MC está comprobado que es un error. Quizás la crisis pudiera servir para buscar un lugar más adecuado, con autoridades, instituciones y público más interesados en acogerlo. En todo caso no debe desaparecer un festival internacional de esas características.

El Ministerio de Cultura no puede ignorarlo, y menos en un momento en el que la musical española de creación (compositores y grupos) es muy valorada internacionálmente.
Insisto, ¿alguien sabe algo?

Jacobo Durán-Loriga
http://jacoboduranloriga.blogspot.com/

3 comentarios:

  1. Muy estimado Jacobo,

    "protesta de casino"... no acabo de captar el sentido exacto de tu expresión pero, en principio, tampoco suena tan mal...

    En cuanto a lo de hablar/vivir desde dentro o desde fuera de la realidad, y con todo el cariño te lo digo (supongo que puedo perfectamente decírselo a quien en pleno 2011 sigue batiéndose honrosamente contra molinos de viento o cuartetos de cuerda), yo diría que estaríamos aún más fuera de la REALIDAD si pensásemos que la "MC" (como tú dices) conserva actualmente la más mínima opción de supervivencia, incluso de 'sentido', sin salirse enteramente de un cierto estado de cosas que configura justo eso que tú llamas "vivir en la realidad".

    Salirse para acaso aspirar a volver a "entrar" alguna vez, en un orden totalmente repensado, bien diferente... En este sentido, cualquier tipo de gesto público que de la "MC" se desprenda, desde la pura creación hasta la puntual reivindicación verbal, cualquier gesto habría de asumirse (y eso sí que sería "realismo", a mi modo ver) como surgido de "fuera" de esa realidad de la que hablas. El "dentro" de la realidad sería en estos momentos tan simple como crudo, mezquino y mortuorio: basta con releer la carta de la joven musicóloga María Vázquez (un poco, la voz del pueblo -tal vez sobresimplificada-) para ver claramente de qué estaríamos hablando...

    Y creo que nadie ha hablado aquí de caceroladas ni demás folklorismos como para establecer grados crecientes de ridiculez... Mi descabellada propuesta de rodar un film documental sobre la creación contemporánea actual en España, insisto, apunta más hacia un sentido informativo, testimonial y documental (como decía, justo en el sentido de esos 4 puntos que propone desarrollar Sergio Blardony en su carta). Un documento así enfoca claramente hacia la sensibilización, nunca hacia forma alguna de pataleo (presumiblemente estéril, estoy de acuerdo). En este sentido, dar por supuesto que todo el mundo (ministros incluidos) conoce en qué consiste exactamente eso de escribir, realizar o ejecutar "MC" en la segunda década del s.XXI, sus profundas conexiones con el resto de esferas del arte y el conocimiento (más allá de cuatro clichés inconscientes colectivos, normalmente de ridícula ascendencia melómana), dar esto por sabido es también ser muy poco realistas, incluso ciegos y peligrosamente autocomplacientes, si me apuras... En cierto modo, esto de estar habituados a verse más o menos siempre los mismos (pocos) en los mismos (pocos) recintos y contextos especializados, supongo que tiende a entumecer un poco. En todas las épocas sucedió y toda decadencia suele comenzar por episodios similares (ya sabes, en el mejor de los casos, la guillotina se encarga de poner fin implacable a ciertos estados de entumecimiento o letargo por autocomplacencia).

    Después de todo, como muy bien decía Bertrand en uno de sus comentarios, si -más o menos a la fuerza- ensayásemos cualquier posible enfoque social sobre la pertinencia de esta actividad (MC), a la música de creación sólo le queda el poder de hiperSENSIBILIZAR hacia lo real (yo añadiría, sin reparos, "desde fuera de lo real mismo"). Más allá de eso, qué sea lo real, qué sea "vivir en la realidad" o "fuera de ella" deviene muy pronto una cuestión de mero consenso social y cultural que particularmente no me suele interesar demasiado.

    ¿El festival de Alicante? de no desaparecer (tragedias mayores en el mundo se habrían conocido), no estaría nada mal una transmutación en toda regla. En esto último sí que estoy totalmente contigo.

    un abrazo

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  2. Estimadísimo Pablo:

    Lamento defraudarte: no entro al trapo. No me parece este el lugar ni la ocasión para ontologías fenomenológicas, tampoco para discusiones estéticas. En mi opinión se trata de hablar de algo tan crudo como la política cultural, y más concretamente musical.

    Ignoro por qué una determinada musicóloga encarna la voz del pueblo, y yo no; tampoco lo he pretendido nunca. Lo que sí te niego es que la señora guillotina ponga fin a nada "en el mejor de los casos", será en el peor, en todo caso.
    Ah, por "protesta de casino" entiendo cuatro personas que dan voces (o arreglan el mundo) en un local cerrado, sin la menor repercusión en el exterior. Es una metáfora sobre lo que por desgracia veo en este blog-quasi-foro del que y con un saludo a la afición, me despido.

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  3. Sin pretender que nadie entre al trapo de nada, lo único que puedo responder es que en absoluto me parece la actitud adecuada reducir las cosas a un "crudo problema de política cultural". Hay mucho más. Estoy seguro de que se trata de un tipo de crisis mucho más amplio que todo eso y que hay ciertos grados de complejidad imposibles de eludir, más allá de poses (a veces, simplemente queda muy bien ir de escueto por la vida). No nos engañemos, por favor: ni a nosotros mismos ni a quien pueda estar leyendo, por pocos que fuesen.

    Por cierto, este espacio, aun sin aficiones ni audiencias masivas, no tiene ni puertas ni paredes, potencialmente no tendría por qué parecerse a un local cerrado ni ser metáfora de nada conocido hasta el momento. Lo que sí me parece toda una metáfora de cierto viejo modo de hacer y pensar, son determinadas actitudes y, más aún, la ilusión de que conserven alguna opción de pervivir en el mundo actual.

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