martes, 18 de enero de 2011

Carta Sergio Blardony

¿NOS HEMOS DESINFLADO YA?


Creo que nos estamos yendo del asunto. Propongo una recapitulación y cierta ordenación de ideas, porque probablemente otra opción sólo va a provocar la desbandada de los pocos que (sospecho) estamos siguiendo el asunto. Tengo la impresión de que se están mezclando demasiadas cuestiones y esto podría llevarnos al bloqueo, con un final que no puede ser otro que el prolongado silencio. No parece de recibo que las iniciativas se diluyan casi antes empezar su esbozo.


Por llevar un orden, comenzaré por la cuestión de la desaparición del CDMC y las posibles acciones a llevar a cabo, que es la que ha dado lugar a este debate y que pienso es el asunto más “sencillo” de resolver.


El dichoso escrito


En este sentido, da la impresión de que no hay mucho que discutir ya. Lo que se ha escrito debería conducir a unas conclusiones suficientes para articular algo. Parece que hay acuerdo general en que la pataleta seguramente será poco productiva, pero también que resulta imprescindible si no queremos caer en el más silencioso ridículo. Entonces, ¿a qué esperamos? ¿Hay iniciativas en marcha? Joseba Torre enumeró una serie de puntos muy concretos para llevar a cabo una reacción en forma de escrito. Desconozco cómo está el asunto, pero mi impresión es que –salvo lo que se esté haciendo en ámbitos de contacto reducidos- hay poco movimiento. ¿Y las asociaciones? ¿Alguien ha respondido a la llamada? ¿Hay alguien ahí?


Por mi parte, aquí va un esquema-propuesta, sobre el que, desde mi punto de vista, podría empezar a articularse el dichoso escrito:


  1. Poner en valor nuestro trabajo creativo, recordando que la llamada “música contemporánea” no es marciana, que proviene de algún sitio y además está estrechamente vinculada con otras disciplinas a las que las instituciones no desprecian de la misma forma. ¿Por qué, por ejemplo, el apoyo a las llamadas “artes visuales” sí y a la creación musical no? La respuesta es obvia, claro. La “contemporánea” no está dentro del concepto de “industrias culturales”, ni va a contribuir –como ya se ha comentado- a ninguna convulsión mediática en el terreno económico, social o laboral, pero deberíamos partir de una perspectiva en la que diésemos por hecho que las administraciones públicas dedicadas a la cultura siguen estando obligadas a la difusión del arte sin la prerrogativa de su integración en el mercado o de si afecta decisivamente al índice de desempleo.
  2. Decir de qué materia nos componemos, lo mismo ni lo saben. Y aquí es donde deberíamos estar todos, no sólo en la firma. Ya sabemos que no hay un “sector” como tal, pero no estaría de más recordar quiénes formamos el “mundillo” (por favor, ¡convoquemos de una vez a los intérpretes!), qué se hace y en qué condiciones. Incluso que hay instituciones que sí apoyan la “contemporánea” (se me ocurre el caso Fundación BBVA, como el más vistoso del momento). Y que, mal que les pese a algunos, está demostrado que puede tener un público (reducido sí, pero que nunca debería ser despreciado).
  3. Comparar la situación española con las de otros países de nuestro entorno europeo. Yo preguntaría directamente qué credibilidad internacional se pretende que tenga un país que elimina unos recursos que nunca han llegado a los tobillos de los que nos rodean. ¿Por qué por ejemplo Francia ha considerado históricamente que su cultura musical, tratada como rasgo identitario, sí es motivo de orgullo patrio y España no? (como en el caso anterior, es pregunta retórica nada más; la respuesta es evidente…). Intentar sacar las vergüenzas, en un caso como este, creo que no estaría de más, aunque su efectividad fuera relativa, dadas las circunstancias.
  4. Formular la pregunta económica. ¿Es realmente necesario, en este contexto de crisis económica, “racionalizar” un gasto que no representa ni las migajas del presupuesto de cultura? Y responder, claro.


Y hasta aquí lo fácil. Sea a partir de un esquema como este o tomando presupuestos cercanos, creo que no debería resultar complicado hacer una exposición que vaya tocando punto por punto aquellos asuntos que –en definitiva- son conocidos por todos, y motivo habitual de queja en nuestro entorno.


Pero falta algo. ¿Qué demonios es lo que pedimos? ¿Cuál es la verdadera reivindicación? Y aquí, sintiéndolo mucho, no encuentro respuestas claras ni soy muy optimista sobre que existan realmente o que sepamos encontrarlas. Sea por omisión o de manera explícita, da la impresión de que la institución CDMC no era un bien tan apreciado. Como si estuviera allí porque tenía que estar y servir para lo que servía… y punto. Queríamos y queremos más, es lógico. Pero llama la atención que se demande tan poco el retorno (y digo “retorno” como tal) de lo único que se tenía. ¿Quizá el problema está en otra parte? Como digo, no tengo respuestas, pero creo que deberíamos mirárnoslo seriamente… Y, claro, parece de recibo articular alguna petición para el supuesto escrito de protesta.


Debatir…


Por otra parte, se han ido planteando bastantes otras cosas, que sinceramente pienso que en definitiva son la “miga” de cualquier debate serio para conformar ese “estado de la cuestión” que tanta falta nos hace. Pero también creo que muchas de ellas conllevan una cierta apelación a lo utópico, admirable y siempre buen síntoma en el arte, pero que seguramente tendrían que encontrar espacios adecuados y diversos para una reflexión en profundidad, lo que no es ni mucho menos sencillo (cuando digo “espacios” no me refiero a “dónde” se produzca, sino que expreso mi duda sobre la propia idea de “colectivo creador”, cómo se produce la transmisión de ideas y cómo pueden fructificar en diferentes direcciones).


Si como propone Pablo Arcent, enfocamos hacia la construcción teórica y el debate estético, no hay duda que el punto de partida tendría que ser el individual, como él mismo indica. No nos engañemos, la actividad creativa o el debate estético que puede formular el propio creador parten normalmente de presupuestos individuales, y sin perjuicio de que la puesta en común sea imprescindible para que se produzca en condiciones mínimamente productivas, hacer una llamada al “colectivo” –permitidme el pesimismo-, no sé si va a dar algún fruto. Cada cual debería tener un espectro crítico y autocrítico suficientemente labrado para saber cómo transitar y hacer camino (como sabemos los que hicimos la mili, “Valor: se le supone”). Si no es así, sólo cabe lo que Pablo ha hecho: el toque de atención de formato derridiano o la llamada en forma de declaración de intenciones, que no deja de ser también una formulación desde la perspectiva individual.


Más allá, pienso que sólo cabe la acción artística, es decir, la propia creación convertida en el mejor exponente de nuestras inquietudes. Se puede crear y mostrar, con y sin CDMC. Estos vapuleos no pueden llevar a la inacción creativa –y aquí estoy plenamente de acuerdo con Pablo-, sino que deberían servir de impulso para articular nuevas vías de colaboración que llevasen nuestra música/arte sonoro/interdisciplinar/lo-que-sea, a una presencia real. Eso sí, creo que estas colaboraciones sólo son eficaces si se dan en un contexto reducido, manejable, que permita un diálogo cercano. Y como dice Pablo, será la suma de esos espacios y el ir y venir de ideas, lo que pueda ir conformando el “estado de la cuestión”. Ahora bien, concretar cómo, dónde, quiénes… Vuelvo al pesimismo: no sé desde dónde se puede articular una llamada así, ni si realmente tiene sentido que se articule desde alguna parte concreta. Creo que si no aflora de una manera “natural”, como observación cotidiana de lo que nos rodea y de cómo entendemos nuestro quehacer creativo, habrá poco que hacer.


Alguna idea de orden práctico


En otro orden de cosas, sí se me ocurren dos reivindicaciones claras, que ya expuse en uno de los correos que circularon entre nosotros, y que aprovecho el espacio del blog para volver a gritarlas.


  1. En este nuevo marco en el que parece que se mueve nuestro convenientemente defenestrado “estado del bienestar”, creo que se debería apelar no sólo a la tutela pública, sin la que también sería imprescindible involucrar a las iniciativas privadas (del tamaño que sean, y más si tenemos en cuenta que los propios creadores podemos formar parte activa de ellas). Y esto sólo es posible si existiese un mecenazgo que primase la actividad cultural minoritaria. Es decir, cuando más se aportase en un “sector de riesgo”, mayor debería ser el beneficio. Así de sencillito. Y el sector música contemporánea sería sin duda clasificado en el grupo que puede aportar más ventajas fiscales. No es para nada la mía una postura liberal (¡dios me libre!), considero que lo público debe jugar un papel equilibrador, pero seguramente se acabó lo que se daba, y no debemos engañarnos al respecto (ni, desde luego, dejar de reivindicar un papel para lo público). Desde hace ya tiempo el ataque al “estado del bienestar” parece imparable. Y una opción importante es que las iniciativas privadas, del tipo y envergadura que sean, puedan beneficiarse de manera clara cuando contribuyan a potenciar una cultura –como decían los colegas franceses en una reciente Carta abierta- “no conforme con los estándares comerciales”. Soy escéptico en un cambio legal al respecto (pedido tantas veces y desde distintos frentes), pero seguramente debería hacerse cada vez más fuerza en este sentido, y unir esta fuerza con otros campos en los que el problema también se está dando. Al fin y al cabo, el mecenazgo es un concepto que habita de manera natural en el sistema económico que vivimos y que nos van a imponer, y no deberíamos desaprovechar la posibilidad del vínculo.
  2. No estaría mal –es más, pienso que sería esencial- lograr que las administraciones públicas tuvieran una política de cesión gratuita de espacios que permitiese a los organizadores programar obra contemporánea a bajo coste. Es infame y miserable que las redes de auditorios y teatros públicos mantengan infrautilizados sus espacios, como ocurre demasiado a menudo. O que exista una normativa de alquileres públicos que no tiene en cuenta la gratuidad para casos que deberían ser apoyados especialmente, como la creación contemporánea. Y esto sería posible, al menos, en los tiempos en que esos espacios están vacíos, cargándose de polvo. Y sin que la “racionalización del gasto público” pueda ser en este caso excusa válida.


Por lo demás, sólo me quedaría insistir en algo que ya ha salido y que también comenté en el email que quizá algunos leísteis: ¡hagamos de una vez una llamada diáfana a los intérpretes! Es sintomático que este blog se deba a uno de ellos (y me consta que, por ejemplo, Taller Sonoro también ha mostrado su disposición). Seamos de una vez conscientes de que estamos todos en el mismo barco. Y si además se pudiera involucrar a otras partes (por ejemplo, artistas de otras disciplinas que colaboren habitualmente en proyectos de creación musical), pues mejor que mejor.


Saludos a todos, ánimo y a ver si avanzamos un poco.

Sergio Blardony

2 comentarios:

  1. Me temo, amigo Sergio, que sí. Que ya nos hemos desinflado. Las asociaciones no se han dado por aludidas y son ellas quienes deberían haber tomado el testigo del debate y haberse movilizado.
    ¡Cuanta razón tienes en que el sector no va a ser tal sin contar con los intérpretes! Tendría gracia que una asociación de intérpretes de MC en la que dejasen intervenir a los compositores tuviera más éxito. Dejo aquí, malignamente, la idea, por si cuela.
    Como decía en mi intervención la cuestión CDMC la doy por perdida. Creo que mejor que la pataleta es hacer saber al CNDM que nos interesa y mucho lo que vaya a hacer. Además pensar en iniciativas complementarias añadiendo a lo que propones, involucrar a universidades, fundaciones, radio etc. ¿Cómo pueden ayudar que nuestra música no se convierta en una actividad casi clandestina?
    Y estar muy vigilantes con otras cosas: ¿Qué va a ocurrir con el Festival de Alicante? ¿Con las ayudas a los grupos?

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  2. Carta2_Pablo Arcent

    (BREVE RESPUESTA A SERGIO BLARDONY, PROPUESTA DE VÍDEO, PLATAFORMA FACEBOOK Y OTRAS CONSIDERACIONES SOBRE EL FORMATO DE ESTE FORO)

    http://dl.dropbox.com/u/14546290/Carta2_Pablo%20Arcent.pdf

    Saludos Bertrand, puedes publicarla cuando quieras!

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